Historia de una escalera es una obra del dramaturgo Antonio Buero Vallejo. Su vida, la de ella, sin ser una obra de teatro, también ha estado jalonada por las muchas escaleras y portales que desde que llegó a España ha ido limpiando. Peldaño a peldaño ha ido gastando su vida para que sus tres hijas puedan ir construyendo las suyas.
Todo fue más duro para esta mujer marroquí cuando su marido falleció en accidente de trabajo. Su Dios, que también es el nuestro, escuchó su grito desgarrado. Y es que sus lamentos en árabe también atraviesan las nubes hasta llegar al Señor. Muchos amigos y amigas compatriotas y de la localidad de acogida estuvieron cercanos.
Tras una carrera de obstáculos, su doble nacionalidad, además de un trámite administrativo que la deja dormir tranquila, es un abrazo entrañable entre las dos orillas. Ella sigue dejando su salud y sus sueños en un trabajo mal remunerado, a veces, muchas, sin contrato. Yendo de un portal a otro, de una escalera a otra…
Ahora, está participando en una asociación de víctimas de accidentes de trabajo de la mano de militantes de la HOAC. Ella, como hacía su marido, no ha dejado de ayudar a otras familias que han ido llegando. Y es que en sus oraciones siempre está presente la acogida, la hospitalidad y la solidaridad.
Ora et labora
La vida de esta mujer nos habla de sueños, de trabajo duro y en condiciones precarias, de integración, de dolor desgarrado, de profunda fe, de solidaridad y hospitalidad, de abrazo… Una mujer migrante que busca un futuro mejor para su familia. ¡Qué injustas las mentiras sobre esta población! Son nuestros hermanos y hermanas del mundo del trabajo. Las escaleras que limpia no saben nada de su lugar de nacimiento, ni de las condiciones de trabajo que sufre. En este sentido, muchas mujeres, sean del país que sean, están hermanadas en la precariedad y el empobrecimiento. Son historias de las mujeres que limpian escaleras, con sus alegrías y sus penas, sus esperanzas y sus anhelos. Ella reza en árabe a su Dios, que, como dice el texto, es el nuestro. A ella, sus oraciones la empujan a la hospitalidad y a la solidaridad. ¿Y a nosotros? ¿A qué nos lleva nuestra oración al Dios de la Misericordia? ¿Miramos hacia otro lado ante tanto sufrimiento? El Dios de Jesucristo, nos pide día a día que escuchemos los lamentos cercanos, que mostremos nuestra solidaridad con las personas de al lado, que combatamos la injusticia que rompe sus vidas. No nos podemos acostumbrar al sufrimiento ajeno.
Llévatelo y comparte
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