¡Que no se nos olvide llorar!

Al mundo se le olvidó llorar» (Francisco). En su oración pide con fuerza: Señor, que ante las muertes en el Mediterráneo, los refugiados hacinados en «campos de concentración», las alambradas y las concertinas, las familias rotas por las fronteras y la distancia, la desesperación que lleva a aceptar empleos envenenados… no olvidemos llorar. ¿Cómo ser indiferentes ante tantos crucificados? El Evangelio lo interpela. Para Jesús, el verdadero pecado es la omisión. Él sabe que el criado de la parábola de los talentos es condenado, no por haber hecho algo malo, sino por no haber hecho fructificar lo recibido (Mt 25, 14-30)[1]. No seremos juzgados por lo que hicimos, sino por lo que hemos dejado de hacer con el hambriento, el sediento, el forastero… ¿Cómo podemos colaborar con nuestro silencio y pasividad a levantar muros y descartar seres humanos? En su compromiso en la delegación de migraciones de su diócesis, acompañando la vida precaria de esos hermanos y hermanas, ha entendido plenamente las palabras del Papa: «Quien levanta un muro termina prisionero del muro que levantó, es ley universal. La alternativa son los puentes, levantar puentes». Ese es nuestro reto.

[1] Pagola, J. A.: Padrenuestro. Orar con el Espíritu de Jesús. PPC.

Ora et labora

¿No sientes que, en muchas ocasiones, las tareas cotidianas no nos dejan respirar? Hay que parar, hacer silencio, dejar que Dios nos interpele. Hoy pone delante de nosotros el sufrimiento de los hermanos y hermanas inmigrantes pobres. ¡Qué injusticia! Preguntémonos, no qué decimos o hacemos contra ellos, sino qué estamos dejando de hacer por ellos. Lee detenidamente el texto y el Evangelio de la parábola de los talentos. Jesús no se anda con rodeos. ¡Cuántas veces justificamos nuestro pecado de omisión diciendo que nosotros cumplimos la ley! Mira a los ojos de Cristo. Mantén la mirada y contempla en la cruz a tantos hombres y mujeres abandonados al borde del camino, de tu camino. No construyas un muro de indiferencia sino un puente de solidaridad. Piensa un compromiso concreto para empezar. Ese es el reto.

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