Pepe Lozanojulio 2023mayo 2023

La participación en la empresa

En teoría, al trabajador se le considera una persona, pero en la práctica, en cada empresa, lo importante es la producción y la ganancia. Son importantes la producción y el rendimiento económico en una empresa, pero lo más importante, lo que justifica la existencia de una empresa es el bien de las personas.

Según nos dicen todos los escritos de la Iglesia en los últimos siglos, no están los trabajadores al servicio de la empresa, sino la empresa al servicio de los trabajadores. La Constitución del Concilio Vaticano II, Los Gozos y las Esperanzas (Gaudium et spes), en su número 12, nos dice que todos los bienes de la tierra y todo el desenvolvimiento de la economía están en función de la persona.

Algo muy importante para que en la empresa se tenga en cuenta la dignidad y el valor de la persona, es la participación de todos los trabajadores en la marcha y en la dirección de la empresa. Esto es lo que desarrolla el número 68 de la Constitución sobre el mundo actual. Si la empresa funciona con la aportación de todos, debe estar orientada por la participación de todos. Y no solo han de participar todos en la empresa, sino en toda la orientación de la economía de la sociedad.

La democracia es auténtica cuando es también económica y repercute en el bien y en la vida digna de todos. Hay empresas, como las cooperativas, en las que todos son amos y todos son trabajadores. Realmente este es el modelo que debe orientar todas las empresas. Las personas no son medios, objetos, o máquinas para producir, sino sujetos conscientes, libres y responsables para decidir y conducir su vida y su trabajo, a nivel personal y comunitario. La Iglesia camina hacia la celebración del Sínodo sobre la sinodalidad.

Si en la Iglesia no participamos todos, ya no es la Iglesia de Jesús. Igual ocurre con la sociedad, si en su marcha y orientación no participamos todos, no es una sociedad humana…