Desde su experiencia vital y sus años de compromiso en su parroquia y en su barrio obrero, sabe qué necesario es, para los empobrecidos del mundo del trabajo, que se sigan forjando militantes que «desinteresadamente luchan y se afanan por instaurar en la sociedad un ideal… un modo de ser o de actuar, que él (o ella) considera mejor, entre los hombres»(1). Personas que no buscan su medro personal, su ganancia, su comodidad… sino el bien común y la justicia. «Militantes enamorados de este o aquel ideal, por considerarlo bueno; pero militantes. Lo malo es el aborregamiento, el adocenamiento, el aburguesamiento, comodón y cobarde, tan general». Pero ella, al mismo tiempo, desde el encuentro con Jesucristo que cambió su vida, sabe también de la importancia de «que sean militantes cristianos, es decir, apóstoles en el pleno sentido que hay que dar a esta palabra, constructores de un mundo tal y tan verdaderamente humano que ante el Padre y ante los hombres sea ya, en plenitud y de hecho, gloria de Cristo». Ella, como responsable de formación de su equipo de HOAC, conoce que esa es la tarea formativa. Ese es uno de los grandes legados que militantes y consiliarios de la HOAC, como Tomás Malagón, han dejado a la Iglesia y al mundo obrero.
(1) Entrecomillado del libro de Tomás Malagón: Encuesta y formación de militantes, 1969. Ediciones HOAC.
Ora et labora
Para un momento en tu día a día. Piensa en los efectos que tienen las personas que solo van a lo suyo. Personas aborregadas, adocenadas, aburguesadas, comodonas y cobardes, que miran hacia otro lado ante la injusticia y el sufrimiento de los empobrecidos. Esa es la actitud que desactiva la lucha por la justicia.
Ahora, pregúntate: ¿tú qué haces? ¿Eres militante? ¿Luchas desinteresadamente por un ideal, por difundir un modo de ser o de actuar que consideras bueno entre las personas de tu pequeño mundo? Nuestra experiencia liberadora y de humanización de Jesucristo nos hace que esa militancia sea una militancia cristiana.
Lee el texto, deja un tiempo a la reflexión en silencio. ¿Eres verdaderamente apóstol en el pleno sentido de la palabra? Para ello, es clave una formación cristiana que no se quede solo en transmisión de doctrina, de ideas… sino que lleve el Evangelio a la vida y esta al Evangelio.
Ese es el reto. ¿Cuál es la fortaleza de tu formación cristiana? ¿Y en qué debes avanzar para que esa formación te ayude a unir tu fe y tu compromiso? Piensa qué primeros pasos vas a dar para avanzar.
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Colaboradora del ¡Tú!