Contra la precariedad que no cesa

Hay vidas que rompen todas las dificultades. Y la suya es una de ellas, tal vez, porque está profundamente arraigada a un Dios que no se rinde y que no comulga con la injusticia. A España llegó hace dos décadas y todo este tiempo ha sido de lucha. Durante años ha ido pasando de empleos temporales a trabajos en la economía sumergida. Había que sobrevivir. Incluso, paradojas de la vida, él, que emigró a nuestro país, una vez formada su familia, tuvo que volver a emigrar buscando trabajo a Francia y a EEUU, lejos de su esposa e hija. Pero, frente a la adversidad, ahí sigue fuerte como el junco que no se deja arrastrar. Su fe abrazada a su conciencia por la justicia y contra la explotación, que conoce en carne propia, lo hace militante obrero cristiano. Y algunos nos intentan convencer de que esos hombres y mujeres ya no existen. Su participación en su comunidad parroquial y su reciente incorporación a un equipo de HOAC alimentan, con entusiasmo, su fe y su compromiso. Él, como seguidor de Jesucristo, sabe que la cruz de la precariedad no se sacude tan fácilmente. Ahora que llevaba unos años en la misma empresa, la pandemia lo arrojó a un ERTE. Aunque hace dos meses que lo han rescatado, su futuro y el de su familia sigue siendo incierto. Pero ahí continúa luchando contra la precariedad que no cesa.

Ora et labora

Lee despacio el texto anterior. De nuevo, una persona de fe, atenazada por la precariedad, no se rompe. Ella, lejos de dejarse vencer, sabe, desde su experiencia del Dios de Jesucristo, que no puede rendirse, que el amor de Dios se debe traducir en amor a los hermanos y en lucha por la justicia. Sabe también que construir el Reino de fraternidad y de hermandad al que el Señor nos convoca supone combatir la explotación, la injusticia… Él es un militante obrero cristiano forjado en la experiencia de la precariedad. No habla de oídas. No reza sin la experiencia del rostro de Jesús en los empobrecidos del mundo obrero. ¿Cómo es nuestra fe? ¿Somos hombres y mujeres militantes obreros cristianos? ¿Crees que son una pieza de museo? ¿O el mundo del trabajo y la Iglesia los necesita más que nunca? Esta pandemia nos está mostrando que la precariedad se cuela por las rendijas de nuestra existencia, pero también que podemos hacerle frente.

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