Compasión en el distanciamiento

Esta pandemia le está ayudando a interiorizar, entre tanto sufrimiento, la experiencia del Dios de la Misericordia. El prefijo griego tele –a distancia, lejanía– ha irrumpido, como una nueva exigencia, en nuestra vida social. Parece que es otra piedra en el camino a la necesaria sociabilidad humana. Pero ella, lejos de verlo como un argumento más para vivir una fe que solo mire hacia el cielo y que la repliegue sobre ella misma, le está ayudando a entender cómo es el Dios de Jesucristo, ese Dios que aparentemente está en la lejanía, pero que, sin embargo, ve la aflicción de su pueblo, escucha su clamor, es consciente de sus sufrimientos y lo acompaña en su liberación. Este es el Dios que a ella la sostiene en su compromiso y trabajo en Cáritas. El distanciamiento físico, en lugar de hacerla mirar hacia sus propios problemas, le está empujando a ser más cercana y a cuidar la vida de las personas descartadas y sobrantes. Y sabe que esto pasa por unir amor y justicia. Los efectos de esta crisis sanitaria, económica y social se incrustan en su piel. Eso tiene la compasión, que cuando se desata no hay posibilidad de distanciamiento ni de indiferencia. Ya no se puede mirar a los ojos del crucificado sin hacerse cargo, cargar y encargarse del dolor ajeno, pero no solo para amortiguarlo sino para erradicarlo. Eso es la Caridad Política. 

Ora et labora

En este tiempo de pandemia mira a los ojos del crucificado. Él es el Dios que se hace cargo, carga y se encarga de la realidad. Una realidad de enfermedad y muerte, de empobrecimiento, de paro y precariedad… Lee despacio el texto anterior y deja que cale en ti. En estos momentos también de distanciamiento físico, de relaciones telemáticas, de teletrabajo, teleeducación, televisión, telecompras… ¿Qué haces tú? ¿Cómo vives la cercanía y el cuidado de tantas personas descartadas de nuestra realidad social?

Es importante que no olvidemos que no podemos separar el alivio del sufrimiento y el dolor de tantas familias, de la lucha por la justicia. La pandemia no puede ser una justificación perversa para empobrecer más a los empobrecidos del mundo del trabajo. ¿No crees que sea hora de ponernos manos a la obra para resucitar otro modelo de relaciones humanas y de organización social que ponga a las personas y su seguridad el centro? Piensa un compromiso concreto, un primer paso, para, en tiempo de pandemia, unir amor y justicia.

Llévatelo y comparte

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