Santificar las fiestas

Ese día estuvo preparando una reunión. Como siempre, se puso en manos de Dios. «Señor, ilumíname en esta propuesta que tengo que hacer». Era una reunión de un grupo de trabajo de la HOAC sobre el compromiso en el ámbito de su comunidad autónoma. No terminaba de estar seguro. Pero tomó una decisión. Propondría una acción comunitaria como camino para cuidar el trabajo y cuidar la vida. Recoger firmas para que no abran las grandes superficies en domingo. Y es que, se decía, el día del Señor es tiempo de descanso familiar, de celebración, de encuentro y de solidaridad, de contemplación y búsqueda de sentido a lo que hacemos, de disfrute, de ofrenda al Dios de la Vida… Pero, una vez más, este sistema de producción y consumo nos ha cosificado, ha atrapado nuestro tiempo de vida y lo ha subordinado a las exigencias del mercado. Se trata de producir y consumir. Hagan caja. Y, lo más grave, lo terminamos aceptando porque se ha impuesto como algo normal y natural. Recordó el Génesis: «…descansó el día séptimo de toda la obra que había hecho» (Gn 2, 2). Desde aquel día, cuando va a la parroquia a celebrar la Eucaristía dominical, siempre tiene presente a las familias obreras a las que se les impide santificar las fiestas.

Ora et labora

Ahora, detén tu actividad. Es tiempo de reflexión y de contemplación. Mira tu vida, tu trabajo y tu consumo. En la sociedad de la inmediatez todo, también lo que consumimos, lo queremos ya. No puede esperar. A veces, muchas, no somos conscientes de las consecuencias que ese consumo sin espera acarrea para otros trabajadores, para la sociedad y para el planeta. Vuelve a leer el texto anterior. Trabajo y descanso van íntimamente unidos. No solo descansamos para recuperar la fuerza de trabajo, el descanso es experiencia del reino de justicia que anhelamos y esperamos. Es camino hacia la utopía. Trabajamos para llegar a ella y el descanso nos pone en esa dirección, la experimentamos. Los cristianos la vivimos de manera más plena en la Eucaristía dominical. En el encuentro real y comunitario con Jesucristo muerto y resucitado. El domingo y todas las fiestas, hay que santificarlas. Son tiempo que alumbran el reinado de Dios y su justicia. Pero el dinero lo trastoca todo. Nuestra economía lo ha convertido en tiempo para seguir produciendo y consumiendo. La ruleta del beneficio económico no puede detenerse. Reflexiona. Piensa en tus hábitos de consumo, en las necesidades que este sistema te ha creado. ¿No debería el domingo y las fiestas ser tiempo de descanso compartido por las familias? ¿No debería ser tiempo de disfrute, de solidaridad, de ayuda mutua, de encuentro, de búsqueda de sentido? Piensa en qué puedes hacer para santificar las fiestas.

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