Tejiendo vínculos, creando «tribu»

Cada semana, en el taller de lactancia materna, descubrimos mujeres que pasan de las lágrimas y la desesperanza a convertirse en madres con recursos ilimitados, habilidades maravillosas y sonrisas tiernas.

No solo para ellas y sus bebés, sino para las nuevas familias que van llegando. Son mujeres de todas clases sociales que se convierten simplemente en madres que comparten su fragilidad y sus expectativas durante una de las etapas más intensas y hermosas de sus vidas, no exenta de dificultades y dureza, en buena medida, por las presiones sociales.

Recién llegadas al centro de Salud de Schamann en Gran Canaria, con una población heterogénea, gran parte procedente de América Latina, el equipo sanitario pusimos en marcha este taller que forma parte de las Aulas de Salud, como estrategia de la Gerencia de Atención Primaria de Gran Canaria.

Las familias no estaban acostumbradas a participar en este espacio compartido y, a la vez, tan personal, pero, con el tiempo y la ayuda de parte del personal no sanitario e, incluso, de contribuciones voluntarias, hemos ido tejiendo una red de mujeres, la mayoría trabajadoras, y sus parejas, hermanas y amigas. Se trata de mirar al otro sin etiquetas, sin juicios, desde su fragilidad, pero también desde su dignidad de persona.

Llenan sus mochilas de empatía, apoyo y consuelo para las demás. A veces, como sanitarias, nos sentimos meras espectadoras privilegiadas de la magia que se origina y del milagro de ver crecer a los bebés con salud y amor.

Nos gusta decir que estamos creando «tribu», esa que la sociedad actual ha enterrado bajo falsas promesas de felicidad fugaz en el mundo de las apariencias y del consumismo. Van tejiendo un vínculo hermoso que va más allá de la reunión semanal y de la propia lactancia, construyendo lazos de amistad que se mantienen en el tiempo, a pesar de la incorporación laboral tan temprana, y los retos a los que se enfrentan cada día en el camino de construir una familia.

Discernimiento

«La fe nos enseña que cada persona tiene una dignidad única y, además, que cada hombre (y mujer) es una bendición para mí, que la luz del rostro de Dios me ilumina a través del rostro del hermano» (Lumen fidei, 54).

«La Iglesia se preocupa de la vida humana en la sociedad, con la conciencia de que, de la calidad de la vida social, es decir, de las relaciones de justicia y de amor que la forman, depende en modo decisivo la tutela y la promoción de las personas que constituyen cada una de las comunidades» (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 81).

Actúa y transforma

¿Has conocido la desesperanza que pueden llegar a vivir las familias por la falta de apoyo en la etapa crucial del nacimiento de un hijo o hija y la falta de espacios de unidad para madres y padres?

¿Has notado las presiones sociales que sienten las familias para cumplir con estándares de consumo pensando que es lo mejor para sus hijos?

¿Cómo se puede aprovechar el poder transformador de las mujeres desde su experiencia de maternidad para lograr un cambio social?

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