Ana García: Construir un «nosotros» sin importar el lugar de origen

Ana lleva bastantes años en la HOAC, ha pasado por varias diócesis y actualmente es militante en la diócesis de Sevilla, aunque vive, trabaja y desarrolla su compromiso en Ubrique (Cádiz) con ciudadanos extracomunitarios. «Personas del mundo» es el colectivo en el que ahora está implicada, aportando lo mejor de su ser cristiano, ayudando a eliminar prejuicios y construyendo un futuro junto a sus hermanos migrantes.

Impulsados por el sector, los militantes del equipo de Ubrique se pusieron a la búsqueda de mediaciones donde contactar de forma directa con personas migrantes, conscientes de que muchas de ellas llegaban a la localidad desorientadas, sin información, con mucha necesidad de ser acogidas, con muchos problemas de desarraigo familiar, de trabajo o de vivienda.

Todo esto les preocupaba, así como el rechazo y los prejuicios que despertaban en una parte de la población. En esa búsqueda conoció Ana García, maestra de 56 años y militante de la diócesis de Sevilla, a la asociación Alas Violetas, en la que participaban personas extracomunitarias. Decidieron entonces crear «Personas del Mundo», colectivo al que, además de Alas Violetas y HOAC, se unieron Cáritas y Mujeres en zona de conflictos.

Esta «fantástica aventura», en palabras de Ana, está hoy centrada en recoger información sobre la situación de los migrantes en la localidad para desde ahí analizar y plantear actuaciones, en elaborar una guía de recursos para ofrecer a las instituciones y en acompañar a los migrantes en las dificultades de cada día. «Esta experiencia está siendo un revulsivo en mi vida. Me ayuda a resituarme en la realidad, estando cercana a mis hermanos migrantes y colaborando al cambio para construir un nosotros sin importar el lugar de origen», dice. Así, desde su ser cristiano intenta aportar una forma de ser, sentir y actuar, abriendo los ojos, combatiendo los prejuicios, creando puentes, construyendo un futuro común.