Con el cierre y enterramiento de la fábrica de uranio de Andújar (FUA), también se ha venido enterrando a la gran mayoría de extrabajadores y familiares, por la exposición al uranio. Aun no se les ha reconocido la enfermedad laboral.
Hace 40 años que se cerró la Fábrica de Uranio de Andújar (FUA). 126 extrabajadores estuvieron en actividad laboral y solo quedan 12 con vida y todos ellos con alguna patología.
La totalidad y algunos familiares murieron de cáncer por la manipulación de las radiaciones del uranio. Desde 1959 hasta 1981, 22 años, estuvieron sin protección y con una absoluta inseguridad. Comían encima de los bidones de la fábrica y se llevaban a casa para lavar la ropa de trabajo.
En 1991, se le encargó a la Empresa Nacional de gestión de Residuos Radiactivos (ENRESA) demoler los edificios, sellar con asfalto y hormigón el terreno, enterrando 1.200.000 toneladas de basura nuclear de la fábrica. Las medidas de seguridad de los que estaban derribando la fábrica eran mucho más extremas que las que ellos habían llevado a cabo durante sus años manipulando el uranio.
ENRESA tiene que hacer anualmente un Plan de Vigilancia y Mantenimiento de la instalación, con la supervisión y control del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), durante al menos 200 años. Por entonces, se vertía residuos de manera repetida en el río y plantaciones. En el 2018, la contaminación de aguas subterráneas fue 25 veces superior a la permitida.
Los pocos trabajadores que quedan están enfermos y exhaustos de tanta batalla judicial y política. Los informes médicos realizados a algunos extrabajadores por el Servicio Público de Salud de la Junta de Andalucía, concluyen que: «Hay una evidencia entre la exposición prolongada al polvo de uranio y una determinada constelación de patologías, que han provocado una mayor incidencia de neoplasias en esta población».
No ha quedado lugar donde difundir esta problemática, realizando preguntas, mociones y proposiciones no de ley que han sido aprobadas por todos los partidos políticos unánimemente, pero existe un silencio institucional ante sus reivindicaciones.
Reflexión: Una de uranio y otra de arena
«Si un miembro sufre, todos sufren con él», nos decía san Pablo. Desde el Secretariado de la Pastoral del Trabajo y la HOAC, tuvimos el primer encuentro con la Asociación de extrabajadores de la FUA en el año 2000 (Jubileo de los trabajadores) y, desde entonces, los venimos acompañando.
Para nosotros, como se afirma en multitud de textos de la Doctrina Social de la Iglesia, la dignidad, la salud y la vida de cualquier trabajadora o trabajador son el bien más preciado.
Queremos hacer visible esta dolorosa y terrible realidad y nos rebelamos ante dicha situación, pues no puede ser que este problema se entierre como se hizo con la fábrica.
Desde la Pastoral Obrera y del Trabajo, exigimos que se realicen políticas por un Trabajo Digno y Decente, donde el ser humano y el cuidado del medio ambiente sean lo primero, frente a esta economía que mata y no se aguanta.
Creemos que se ha de llegar a la raíz de este problema, resarciendo todo el daño moral, laboral y medio ambiental, y reconociendo su enfermedad laboral, por el tiempo que estuvieron trabajando con el uranio, sin ninguna medida de protección ni de seguridad laboral.
Estas familias repiten: «Solo queremos que se haga justicia».
Referencias
Noticia | Las familias afectadas por la Fábrica de Uranio de Andújar siguen clamando justicia.
Información del Consejo de Seguridad Nuclear.
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Militante de la HOAC de Jaén