En la historia del movimiento obrero, ocupar las calles para expresar sus anhelos, luchas y reivindicaciones por unas condiciones de trabajo digno han sido una constante.
En la celebración anual del Primero de Mayo, ocupamos también las calles como recordatorio y memoria de tantos hombres y mujeres que pelearon y se dejaron la vida por derechos que ahora disfrutamos.
Es una manifestación pública donde mostrar la situación sufriente del mundo del trabajo, sus conquistas y la permanente necesidad de continuar con el compromiso que haga posible los avances en las mejoras de las condiciones de trabajo. La calle, espacio público para la lucha, la reivindicación…, y también espacio de encuentro, de relación, de contarnos las alegrías y las penas. ¡Cuántos primeros de mayo terminamos tomando unas cervezas y unos vinos compartiendo la vida!
La iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (ITD), ante el escenario desolador y preocupante que la pandemia está provocando, en la ya existente precariedad de las condiciones de trabajo, ha acordado el lema «Ahora más que nunca Trabajo Decente», como orientación para la campaña de este año.
Ante el número de fallecimientos y el empobrecimiento provocado por la pandemia y su gestión, no podemos quedarnos indiferentes. El sentimiento solo puede ser de duelo y acompañamiento; y nuestra actitud, la de reforzar el compromiso. No queda otra que convertir en posibilidad de humanización el reto que nos plantea esta realidad.
El manifiesto de ITD para este Primero de mayo, en estas circunstancias de precariedad agudizada por la pandemia, insiste en la reivindicación por el trabajo digno, empleo que sea estable y con derechos; que nos saque de la pobreza, que haga posible la vida familiar y su tarea educadora; que favorezca la igualdad entre hombres y mujeres, que integre y dignifique al migrante, que sea sostenible social, laboral, económica y ambientalmente.
Reflexión: Compromiso en común
La Doctrina social de la Iglesia afirma claramente que el trabajo es un aspecto fundamental de la existencia del ser humano, hombre y mujer y el papa Francisco señala cómo el sistema económico-laboral hoy, descarta a muchas personas: «Este descarte se expresa de múltiples maneras, como la obsesión por reducir los costos laborales, que no advierte las graves consecuencias que esto ocasiona, porque el desempleo que se produce tiene como efecto directo expandir las fronteras de la pobreza» (FT 20).
Queremos ser constructores de esperanza, de justicia y solidaridad en el mundo obrero, y como ITD, nos sentimos llamados y llamadas junto a otras organizaciones y personas a realizar nuestra tarea, como animaba san Juan Pablo II: «Todos debemos colaborar para que el sistema económico, en el que vivimos, no altere el orden fundamental de la prioridad del trabajo sobre el capital, del bien común sobre el privado… es muy necesario constituir en el mundo una coalición en favor del «trabajo digno»… La globalización es hoy un fenómeno presente en todos los ámbitos de la vida humana, pero es un fenómeno que hay que gestionar con sabiduría. Es preciso globalizar la solidaridad» (1º mayo de 2000).
Ojala que tanto dolor y tantas heridas, no impidan el ejercicio de nuestro compromiso comunitario, pues, sin hombres y mujeres comprometidas en esta tarea, difíciles son las posibles alternativas y soluciones. Aquí, no hay salidas individuales, esto exige un planteamiento global, un sentimiento de pertenencia, de corresponsabilidad…, un sentir que somos parte de esta realidad y que por esto, y en coherencia con nuestra fe, hemos de comprometernos y cultivar el amor que sabe de compasión y solidaridad. La fraternidad, es la meta y la esperanza.
Celebrar este Primero de Mayo debe ser, una vez más, oportunidad para ser mejores personas.
Referencias
El manifiesto del 1º de Mayo de 2021 y las convocatorias de esta cita estarán disponibles en:
Iglesia por el trabajo decente
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