Cuidar el trabajo, erradicar la siniestralidad

Las movilizaciones diocesanas de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) contra la siniestralidad que se llevan a cabo desde hace años han tomado nuevos bríos al incorporar la perspectiva de los cuidados.

Desde hace más de 25 años, la HOAC de Logroño se concentra en la plaza del mercado cada vez que una persona de la región pierde la vida en el trabajo, para expresar su solidaridad con los allegados y denunciar la falta de prevención.

En Córdoba, desde el 2002, el movimiento de trabajadoras y trabajadores cristianos convoca un gesto público ante cada accidente de trabajo mortal. Desde hace 14 años lo hace en Burgos, con una concentración para alzar la voz contra la siniestralidad laboral, en este día y en todos los últimos jueves del mes.

En 2011, la organización de Acción Católica especializada de Málaga comenzó a concentrarse cada vez que tenían noticia de una muerte en accidente laboral, aunque en 2021, tras la pandemia, han pasado a salir a la calle tres veces al año teniendo presente a todas la victimas fallecidas en cada periodo. También en la diócesis de Sevilla, desde 2023, se concentran en solidaridad con las víctimas, alrededor de unas cruces en recuerdo de las personas trabajadoras fallecidas.

Todas las diócesis comprometidas con la defensa de la vida en el trabajo conmemoran de modo especial el Día Mundial por la Salud y Seguridad en el Trabajo del 28 de abril. Organizan actos especiales, difunden sus manifiestos y tratan de involucrar a las víctimas del trabajo en sus actos e incluso reclaman a Ayuntamientos, Diputaciones y Parlamentos una declaración institucional al respecto.

Fruto de la constancia y la cercanía a las personas afectadas nació una plataforma riojana contra la siniestralidad, pero también la Asociación de Víctimas de Accidentes y Enfermedades Laborales de Andalucía (AVAELA), una organización aconfesional y apartidista, que de Córdoba se ha extendido también a Málaga y otras provincias andaluzas.

«No es fácil acercarse a las víctimas y a sus familiares en unos momentos de una absoluta vulnera ilidad y dolor», reconoce José Luis, de Córdoba. «Tampoco lo es que cambie la mentalidad tradicional que culpa a la persona trabajadora de su situación y menos aún que las instituciones tomen las riendas», añade.

Esperanza, de Logroño, insiste en que «nos necesitamos unos a otros para trasformar la sociedad» y reconoce que «los accidentes laborales son un problema de Estado, mientras no se tenga esta visión, los pasos, desgraciadamente, serán cortos y lentos».

Con todo, el reto sigue siendo «cuidar el trabajo», lo que implica cuidar de todas aquellas condiciones, internas o externas, que hacen posible que se realice con dignidad y con garantías para la salud integral de las personas.

«La siniestralidad no solo está invisibilizada, sino que además no se mide del todo bien. Muchos accidentes de tráfico en realidad son siniestros laborales», dice Chema, de Sevilla.

Discernimiento

«Pero la falta de salud laboral tiene que ver mucho con la calidad del puesto de trabajo, con los ritmos de producción impuestos en él, con las condiciones objetivas del trabajo o con el incumplimiento de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales en las empresas. Se trata, en definitiva, de un problema social relacionado con profundas y permanentes carencias estructurales de nuestro mercado laboral, que reclama respuestas y soluciones concretas y eficaces, porque cada vida importa» (Subcomisión Episcopal para la Acción Caritativa y Social, 28 de abril de 2023).