La cultura del cuidado, nuevo futuro del trabajo

El Día de la HOAC, que se celebra en las diócesis en torno al mes de mayo, sirve para impulsar la campaña «Cuidar el trabajo, cuidar la vida», con el fin de promover una sociedad que respete en la práctica la dignidad humana y se oriente a la justicia social.

Muy a menudo, el trabajo se entiende como mero instrumento de rentabilidad económica, orientado a la producción y el consumo ilimitados, con fatales consecuencias para la persona, la sociedad y la casa común.

Sin embargo, desde la mirada del bien común, el trabajo se entiende de otra manera: es clave para que todas las personas, sin exclusión, puedan disponer de los bienes materiales, culturales y espirituales que les permitan vivir conforme a su dignidad, realizarse plenamente y contribuir al avance de la sociedad.

Por eso, la Iglesia defiende que trabajar es más que «ganarse el pan», forma parte de nuestro ser y vocación, puede contribuir a cuidar la vida y el planeta, puede servir para establecer relaciones de comunión y fraternidad; y su finalidad más honda es convertirse en donación y servicio a los demás.

Esta visión del trabajo nos mueve a promover cambios profundos en la manera dominante de organizar el trabajo y a comprometernos por asegurar condiciones dignas, especialmente para los colectivos más vulnerables y a soñar colectivamente para hacer posible un trabajo que cuide la vida.

Este sueño estará más cerca si somos capaces de adoptar en nuestra vida personal y en nuestro actuar una serie de actitudes y de compromisos:

Empezando por cultivar la espiritualidad del trabajo (Laborem exercens, 24-27), fruto de la pasión por lo humano. «Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo», dice el papa Francisco.

Asumiendo que el cuidado del trabajo supone dar prioridad a las personas trabajadoras que se encuentran en los márgenes, pues «mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres (…) no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema» (Evangelii gaudium, 202).

Construyendo vínculos comunitarios, porque «cuidar la vida, cuidar el trabajo» supone «crear una nueva mentalidad que piense en términos de comunidad» (Evangelii gaudium, 188).

Caminando juntos, especialmente con las personas trabajadoras que sufren el descuido del trabajo y con otras personas y organizaciones que apuestan por la cultura del cuidado, como vertebradora de la vida social y promueven nuestros estilos de vida, nuevas maneras de entender la realidad, de ser, vivir y actuar en ella.

Reivindicando el cuidado, incluido el trabajo digno, como prioridad política de las instituciones y como práctica de las organizaciones sociales, sindicales y políticas.

Y promoviendo y visibilizando alternativas de vida y de trabajo que sean expresión de solidaridad en lo pequeño y cotidiano, que es lo que permite «iniciar y generar nuevos procesos y transformaciones», y son acciones que «derraman un bien en la sociedad que siempre produce frutos» (Fratelli tutti, 77; Laudato si’, 212).

En salida

El Día de la HOAC supone, para la militancia de este movimiento de Acción Católica especializada y sus simpatizantes, una ocasión para el encuentro, la celebración y la oración, pero también un impulso para hacerse cargo de la realidad de tantos hermanos y hermanas que sufren la falta de cuidado en el trabajo. También es un tiempo para promover la reflexión y la búsqueda de propuestas, en esta ocasión, para avanzar hacia la dignificación y respeto del trabajo para cuidar la vida.

En torno al mes de mayo, en el desarrollo de la campaña «Cuidar el trabajo, cuidar la vida», se convocan múltiples actividades en las diócesis, para ahondar en lo que implica el trabajo digno que cuida la vida y aunar esfuerzos para avanzar en una sociedad del cuidado basada en el respeto a la dignidad del trabajo.