En el año 2022 se produjeron más de 3.000 accidentes diarios en España, de los cuales 826 fueron mortales (dos y tres cada día) y se registraron 42.320 enfermedades derivadas del trabajo. Además del dolor personal y familiar, estamos ante un problema político que requiere la movilización de toda la sociedad.
Los datos muestran solo una parte de la siniestralidad laboral en nuestro país. No se cuenta lo que sucede a quienes trabajan sin contrato, cobran en negro, ni las enfermedades laborales no diagnosticadas correctamente.
Sin embargo, de esto no se habla en las conversaciones de bar, ni en los informativos, ni en los grandes debates políticos. Este sistema, con su lógica economicista, separa el trabajo de la persona, la despoja de su esencia y capacidad creadora y de su propio ser; construye precariedad, inseguridad y somete al trabajador y la trabajadora a largas jornadas laborales, altos ritmos de producción y le priva del merecido descanso.
Las secuelas no afectan solo a las personales y las familias, lo que ya es grave, sino que también impacta en la convivencia y en las relaciones, convirtiéndose así en un problema político que requiere una respuesta también política.
Debemos insistir en que la vida está por encima del beneficio, la dignidad de la persona por encima de la productividad y el bien común por encima de la acumulación de riqueza en manos de unos pocos.
Para revertir esta situación de injusticia hace falta nuestro compromiso personal y comunitario desde la cultura del cuidado y la solidaridad, acompañando a quienes sufren la siniestralidad laboral, a sus familias, dejando de considerar estos sucesos como una fatalidad, producto del destino o la mala suerte, visibilizando esta lacra y denunciando las causas que la provocan, exigiendo a las administraciones y agentes sociales que velen por la seguridad de las personas en el trabajo, movilizando recursos, exigiendo responsabilidades y haciendo justicia a las víctimas.
Esta tarea tiene que pasar de ser un asunto de unos pocos a ser asumida por toda la comunidad. «Porque un individuo puede ayudar a una persona necesitada, pero cuando se une a otros para generar procesos sociales de fraternidad y de justicia para todos, entra en el campo de la más amplia caridad, la caridad política» (Fratelli tutti, 180).
Hace falta un gran movimiento de solidaridad que defienda la salud y la seguridad en el trabajo, implicando a otras personas y colectivos; potenciando el asociacionismo; apoyando la labor que realizan los sindicatos; fomentando y difundiendo lo que ya se viene realizando en el seno de la Iglesia y desde la Pastoral de Trabajo.
Reflexión
El papa Francisco, en la Nochebuena del 2021, dijo: «En el día de la vida repitamos: ¡No más muertes en el trabajo! Y esforcémonos por lograrlo».
«El compromiso al servicio de la vida obliga a todos y cada uno. Es una responsabilidad propiamente “eclesial”, que exige la acción concertada y generosa de todos los miembros y de todas las estructuras de la comunidad cristiana», reza Evangelii vitae, de san Juan Pablo II.
Un llamamiento que resuena especialmente en el mundo del trabajo herido, porque «hoy el trabajo está en riesgo (…) el trabajo no se considera con la dignidad que tiene y que da (…) El mundo del trabajo es una prioridad humana. Y, por lo tanto, es una prioridad cristiana (…) Donde hay un trabajador, ahí está el interés y la mirada de amor del Señor y de la Iglesia» (Papa Francisco, visita pastoral a Génova, Encuentro con el mundo del trabajo, 27/05/2017).
Si verdaderamente apostamos por la vida, para defender la salud y la seguridad laboral necesitamos enfocarnos en el cuidado, pues cuidar es lo propio de nuestra humanidad: «Si el trabajo es una relación, entonces tiene que incorporar la dimensión del cuidado, porque ninguna relación puede sobrevivir sin cuidado (…).
Un trabajo que cuida, contribuye a la restauración de la plena dignidad humana (…) Y en esta dimensión del cuidado entran, en primer lugar, los trabajadores (…) ¿cómo una empresa (…) cuida a sus trabajadores?» (Papa Francisco, Mensaje a la 109 Conferencia Internacional del Trabajo de la OIT, 17/06/2021).
En la Misa del Gallo del 2021, Francisco afirmó que «Dios viene a colmar de dignidad la dureza del trabajo». Nos recuerda qué importante es dar dignidad al hombre con el trabajo, pero también dar dignidad al trabajo del hombre, porque el hombre es señor y no esclavo del trabajo.
El síntoma más trágico de la esclavitud del trabajo es la falta de respeto por la salud del esclavo. Solo así, se explica que sigamos sufriendo dos muertes como poco, cada día, en nuestros tajos.
Referencias
Comunicado y agenda de actividades para el 28 de abril y 1º de Mayo en Iglesia por el Trabajo Decente.
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Responsable general de Difusión de la HOAC