Con la pandemia, que no termina y sigue afectando a las condiciones de trabajo, volvemos a levantar nuestra pequeña voz y nuestro humilde compromiso para seguir luchando porque el trabajo decente sea una realidad.
El trabajo decente es «una prioridad humana y cristiana», dice el papa Francisco y reitera que «sin trabajo no hay dignidad», denunciando con firmeza, que «no todos los trabajos son dignos (…) hay trabajos que matan: mata la dignidad, mata la salud, mata la familia, mata la sociedad. El trabajo negro y el trabajo precario matan». El trabajo es una dimensión de la propia naturaleza humana, no una necesidad productiva. Es, por tanto, anterior al comercio, a la producción, al capitalismo y a todo. El trabajo nace con el hombre y pertenece a su propia condición humana.
El compromiso por hacer visible la precarización de las condiciones de trabajo y pelear por unas condiciones de trabajo dignas hoy tiene pleno sentido y es una invitación a vivir conscientemente, una llamada a atrevernos a mirar la realidad del trabajo con los ojos de los empobrecidos del mundo obrero, ya que ellos nos pueden ayudar a despertar frente a tanta indiferencia.
La fuerza para cambiar esta realidad no está en ser muchos y muy fuertes, sino en ser fieles y aportar nuestro pequeñito grano de arena. Hemos de cambiar nuestras maneras de vivir, tenemos que insertar la utopía, el compromiso, la esperanza en los hechos cotidianos, trabajando siempre acompañados, con pasión y convicción en todo esto que creemos.
La precariedad de las condiciones de trabajo está extendida por todo el mundo, afectando con más crudeza a los países del sur más empobrecidos: «Los países se encuentran en una encrucijada», afirmó el Director General de la OIT, Guy Ryder.
«Este es un momento propicio para utilizar la respuesta a la pandemia a fin de construir una nueva generación de sistemas de protección social basados en los derechos. Estos sistemas pueden proteger a las personas de futuras crisis y dar a los trabajadores y a las empresas la seguridad para enfrentar las múltiples transiciones que se avecinan con confianza y esperanza. Debemos reconocer que una protección social eficaz y completa no solo es esencial para la justicia social y el trabajo decente sino también para la creación de un futuro sostenible y resiliente».
El modelo de relaciones laborales actual no asegura acceder a un trabajo decente que permita atender las necesidades básicas, como llegar a fin de mes, conciliar la vida laboral y familiar, el acceso a la vivienda, la seguridad y salud laboral, la participación social, lo que afecta especialmente a jóvenes y mujeres, víctimas de una de las mayores tasas de desempleo, trabajos peor remunerados y elevada rotación.
El futuro no puede ser volver a la situación que ya en la crisis del 2008 llevó a muchos trabajadores a una situación de precariedad que la pandemia ha agudizado. Como movimientos de Iglesia trabajamos en equipo con el fin de visibilizar esta situación y que el derecho al trabajo decente sea una realidad en la vida de las personas y como dice el papa Francisco: «Debemos hacer que el trabajo no sea instrumento de alienación, sino de esperanza y vida nueva». «No podemos cortar las alas a quienes, en especial jóvenes, tienen mucho para dar con su inteligencia y capacidad; se los debe liberar de los pesos que les oprimen y les impiden entrar con pleno derecho y cuanto antes en el mundo del trabajo».
En salida
La Iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (ITD) invita a participar en los actos que se van a desarrollar en la calle, plazas, parroquias y comunidades, en su organización y difusión, que este año, insiste, «Ahora más que nunca, trabajo decente». Con simbólicas y expresivas «colas del paro y la precariedad», se visibilizará la urgencia de tomar medidas que mejoren el acceso al trabajo en condiciones dignas, especialmente, para quienes, crisis tras crisis, se quedan atrás. Además, se celebrarán vigilias, Eucaristías y celebraciones litúrgicas que refuercen el compromiso de la comunidad cristiana en pro del trabajo decente.
Reflexiona
Necesitamos propuestas concretas que posibiliten un cambio social que coloque a la persona en el centro de la actividad económica y la acción política. Para salir mejores de esta nueva crisis, urge que los poderes públicos promuevan el derecho a un trabajo digno para todas las personas, expresión de la dignidad humana, y los actores socioeconómicos sean capaces de generar empleos decentes, sostenibles e inclusivos que garanticen la integridad física y mental de las personas y la conciliación; y que el trabajo de cuidados sea reconocido social y jurídicamente.
¿Qué puedes hacer para colaborar con la campaña de la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente?
¿Qué medidas puedes adoptar para promover empleos dignos en tu entorno?
Recursos
El mejor recurso es siempre compartir la tarea con otros, a sabiendas, que en el ejercicio de la misma nos humanizamos.
¡Tu aportación es necesaria para que avancemos!
Convocatoria Iglesia por el trabajo Decente
Agenda de actos | Guión litúrgico | Adhesión | Manifiesto | Artículos de opinión | Cartel
Mensaje del Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos
Opinión: «Ahora más que nunca trabajo decente»
Francisco: «Si el trabajo es una relación, tiene que incorporar la dimensión del cuidado, porque ninguna relación puede sobrevivir sin cuidado»
Cuaderno HOAC nº20: Tendiendo puentes, derribando muros
Llévatelo y comparte
Esta sección también la tienes en documento pdf e imagen png para que la puedas descargar, imprimir, compartir…