En la residencia de personas mayores, al principio, nos enfrentamos con temor a la COVID, ante el desconocimiento y la alarma. Sigue faltando personal y material de prevención.
Empezamos a observar decaimiento y desgana en los y las residentes, no estaban bien. Las auxiliares de enfermería solicitábamos constantemente el uso de mascarillas durante toda la jornada laboral, pero, en ese momento, lo desaconsejaron para no crear más alarma.
Lo que no sabíamos era que el virus ya estaba dentro y estábamos totalmente desprotegidos. Los ánimos empezaban a flaquear con los primeros contagios de residentes y trabajadores. Con el estado de alarma y el confinamiento total del país, se disparó el miedo al contagio. En la mayoría de casos, dejamos de ver a nuestros familiares.
No disponíamos de equipos de protección individual, los confeccionábamos nosotras, con bolsas grandes de basura, a partir de las fotos de algunas compañeras en redes sociales. Al salir a la luz la precaria situación en las residencias, enviaron algunos medios de protección, lo que agradecimos enormemente. Vimos que el personal sanitario de los hospitales utilizaba equipos completos y homologados, mientras nosotras recurríamos al material «casero».
La mayoría de los trabajadores y trabajadoras acabamos infectados por el virus, tuvimos que aislarnos en casa, allá por el mes de marzo, en medio de la confusión, sin saber bien qué hacer: esperar la recuperación o acudir al hospital. Algunas compañeras acabaron hospitalizadas y en la UCI, algunos abuelos no lo superaron y fallecieron.
A veces, he sentido que nos hacían responsables sutilmente de haber introducido el virus en las residencias. El reconocimiento parecía reservado a quienes no contrajeron el virus y siguieron al pie del cañón. Costaba que la dirección de las residencias asumiera que hubo fallos en las medidas de prevención.
Afortunadamente, en la actualidad no hay contagios. El material sigue siendo escaso y falta personal. Si vuelve a entrar el virus, dudo que estemos preparados. No hemos aprendido lo suficiente de la experiencia pasada.
Discernimiento
«Para que todos podamos participar en el cuidado y la regeneración de nuestros pueblos, es justo que cada uno tenga los recursos adecuados para hacerlo. Después de la gran depresión económica de 1929, el papa Pío XI explicó lo importante que era para una verdadera reconstrucción el principio de subsidiariedad».
Papa Francisco, Audiencia General, 23 de septiembre.
Actúa y transforma
Para cuidar adecuadamente a las personas más vulnerables, en condiciones de seguridad, es necesario que haya recursos suficientes para todos, especialmente para las profesiones que están en primera línea. ¿Cómo asegurar que los recursos lleguen donde más falta hacen? ¿Cómo cumples tu responsabilidad de cuidarte y cuidar a los demás?
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Militante de la HOAC