Cumple 75 años

Ella también nació en 1946. Como madre, sabe lo que es acompañar la vida de sus hijos e hijas, ayudarlos a madurar, a crecer, a descubrir el amor… Toda su vida ha sido luz de Jesucristo en su pequeño mundo. ¡Cuántas veces su mesa y su casa han estado abiertas a los empobrecidos del mundo obrero! Los que la conocen saben de su fe y de su espiritualidad. El seguimiento del crucificado la ha hecho crecer y estar siempre atenta a los signos de los tiempos. Su testimonio y su compromiso, profundamente apostólicos, la hacen no desfallecer en la lucha por la justicia y la igualdad. Siempre reinventándose y viviendo desde un profundo entusiasmo, incluso en los momentos de sufrimiento. Eso lleva vivir desde el Evangelio. Su identidad cristiana le ha hecho ir construyendo su existencia desde una profunda conciencia obrera. Sin desfallecer, ha intentado conjugar oración y acción; fe y vida; formación y lucha por la justicia. Ella cumple años poniéndolos al servicio de toda la Iglesia en el mundo del trabajo. Con una mirada de mujer que interpela pero que no impone, que cuestiona pero que no juzga, aunque no siempre ha sido comprendida. Esto tiene vivir desde la libertad y la coherencia de la Cruz. Eso conlleva vivir desde el Resucitado. Ahora, a sus años, tiene algún que otro achaque, va dulcemente envejeciendo, pero su rostro encarnado en la debilidad la llena de vida plena y de futuro. Ella, la HOAC, también cumple 75 años. 

Ora et labora

Serénate del trajín de cada día. Respira lentamente y lee el texto anterior. Es un relato pensando en ti. La HOAC, Iglesia en el mundo obrero y del trabajo, cumple 75 años. Hay militantes hoacistas que también nacieron en 1946. La HOAC, como ellas, ha sido durante estos años el abrazo entrañable de la Iglesia al mundo obrero. Madre de hombres y mujeres empeñados en ofrecer a Jesucristo como proyecto de humanización y liberación. Experta en acompañar el sufrimiento y los anhelos de las personas empobrecidas, del precariado… ¡Tenemos tanto que agradecerle! Espiritualidad, oración, formación, compromiso, lucha por la justicia, vida comunitaria… son sus tarjetas de identidad. Y tú, ¿caminas también al compás del sufrimiento del mundo obrero y del trabajo? ¿Es Jesucristo tu norte? ¿Están también tu casa y tu mesa abiertas de par en par a las necesidades de los más débiles del mundo del trabajo? Celebrar la vida y la historia de la HOAC tiene que significar unir la nuestra al seguimiento del Resucitado. Pidámosle al Señor por la HOAC y por sus hombres y mujeres. Ahora, más que nunca.

Llévatelo y comparte

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