Una comunidad de iguales llamada a renovarla mirada y el corazón

La igual dignidad de las mujeres exige no solo su reconocimiento formal, sino también un cambio profundo en los hábitos personales y las prácticas sociales que permitan su participación y contribución, en condiciones equitativas, tanto en la sociedad como en la propia Iglesia.

El ideal de fraternidad que inaugura Jesucristo continúa siendo hoy una poderosa llamada a construir relaciones más horizontales y a combatir discriminaciones injustas que todavía persisten en nuestras comunidades y estructuras.

A pesar de las deformaciones y olvidos con los que se ha reconstruido la historia de la Iglesia, no se puede ignorar el ejemplo de personas, grupos e instituciones que fueron capaces de aflorar formas más inclusivas e igualitarias de relacionarse, de convivir y de organizarse.

«En Cristo Jesús ya no hay varón ni mujer, como no hay amo ni esclavo, ni judío ni griego», recuerda el Evangelio, que muestra también pasajes en los que las mujeres ejercen autoridad, prestan servicios y se entregan con la misma dedicación y responsabilidad que los hombres de las primeras comunidades cristianas, en sociedades profundamente patriarcales.

La relación de Jesús con las mujeres, marcada por la cercanía, el reconocimiento y la ruptura de los esquemas culturales de su tiempo, sigue siendo hoy criterio y horizonte.

La Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) quiere seguir contribuyendo al necesario cambio de actitudes, hábitos y dinámicas que durante demasiado tiempo y en demasiados lugares han relegado a las mujeres.

Para ello, ha consensuado unas orientaciones que pretenden avanzar hacia una comunidad de iguales en la Iglesia y promover la presencia y participación equitativa de las mujeres en todos los ámbitos de la sociedad. Este compromiso nace de un proceso comunitario de discernimiento, que la HOAC entiende como un camino de largo recorrido, hecho de escucha, acompañamiento, conversión y compromiso.

Tras la deliberación comunitaria, representantes de las diócesis han aprobado un plan de acción con el horizonte puesto en la igualdad entre hombres y mujeres, con implicaciones directas en la vida y en la formación del movimiento, en los ambientes en los que se inserta la militancia y en las estructuras eclesiales y sociales.

Toda conversión comienza con la regeneración de la mirada; por ello, el primer paso es poner especial atención para reconocer la realidad y descubrir las situaciones de discriminación que todavía padecen muchas mujeres en la sociedad, en el barrio, en el trabajo, en las familias y en las parroquias. Esta mirada incluye también la realidad de las mujeres del mundo obrero global, recordando que la desigualdad tiene dimensiones internacionales que interpelan a nuestra conciencia y a nuestra acción.

Este movimiento de trabajadoras y trabajadores cristianos perteneciente a la Acción Católica Española entiende que las voces de las mujeres silenciadas reclaman ser escuchadas. Por ello, quiere hacer memoria agradecida, promover el encuentro sincero y tejer lazos comunitarios que hagan presentes a las mujeres y propicien su protagonismo.

Esta insistencia ha de permear los momentos de oración, la metodología y los encuentros de la vida comunitaria. Sus propuestas, su formación y sus publicaciones recogerán la presencia de mujeres de la Biblia y los testimonios orillados. El uso de un lenguaje inclusivo en todos los materiales y la revisión de la formación bíblica, política y espiritual con perspectiva feminista serán parte esencial de este proceso.

No se trata solo de aumentar la sensibilidad feminista en la vida cotidiana a través del acompañamiento a mujeres vulneradas del ámbito cercano, sino también de promover el compromiso sociopolítico en aquellos espacios donde se juega la dignidad de las mujeres y de reforzar las redes de cuidado en los barrios y en el mundo del trabajo.

En el camino sinodal, parroquias y diócesis deben, de una vez por todas, abrirse a una corresponsabilidad real que incluya la visión, la voz y la determinación de las mujeres.

Las publicaciones de la HOAC, como esta revista, están llamadas a reflejar esta transformación: dando voz a pioneras y relegadas, cuidando el lenguaje y mostrando que otra forma más equitativa y horizontal de comunicar es posible. La labor comunicativa será parte de este esfuerzo colectivo por la inclusión y la igualdad, en justo reconocimiento del protagonismo decisivo de las mujeres en la historia de liberación de la Iglesia y de la gran aportación que siguen ofreciendo hoy.

En definitiva, nuestra organización de trabajadoras y trabajadores cristianos quiere seguir avanzando juntos y juntas para hacer realidad la promesa de la comunidad de iguales y del reino de fraternidad.

En salida

La tarea para este bienio consiste en hacer que la situación y aspiraciones de las mujeres atraviesen la vida personal, comunitaria y evangelizadora de la HOAC. Se invita a abrir la oración a la presencia explícita de mujeres en la Palabra y en la experiencia creyente y reforzar el acompañamiento a las mujeres en precariedad y exclusión de nuestros entornos, dentro de nuestro proyecto evangelizador.

En la vida parroquial y diocesana, este proceso nos llama a ensanchar la sinodalidad para que la corresponsabilidad y los ministerios laicales, particularmente los ejercidos por mujeres, tengan un espacio real y reconocido, visibilizando iniciativas eclesiales por la igualdad y promoviendo caminos compartidos.

La formación deberá integrar la relación de Jesús con las mujeres y leer la Biblia desde una sensibilidad feminista y cristiana.

De igual modo, la comunicación del movimiento está llamada a expresar esta transformación, dando voz a mujeres invisibilizadas, cuidando el lenguaje e incorporando sus testimonios en los materiales formativos.

La programación diocesana hará memoria agradecida de las mujeres que han abierto caminos de fe y justicia, impulsará el Taller «Jesús y las mujeres» y dedicará el Retiro de Cuaresma de 2026 al testimonio de las discípulas de Jesús.

Finalmente, a nivel general, se elaborarán materiales de oración y formación que recojan esta mirada, se compartirán experiencias y se revisarán los cursillos y planes formativos, con una evaluación comunitaria en 2026 y 2027 para seguir avanzando hacia la comunidad de iguales que deseamos vivir.

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¿Qué cambios de mirada y actitudes necesito realizar?

¿Qué mujeres concretas reclaman hoy mi escucha, mi apoyo o mi reconocimiento?

¿Qué pasos puedo dar para acompañarlas mejor?

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